El niño mal criado

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Relato de Jennifer Moncada, alumna de la Residencia Huelva. Residencia Escolar Andalucía (Málaga).

Érase una vez un niño que se llamaba José, al que no le gustaba estudiar, se portaba muy mal con sus padres y siempre estaba en la calle. Una noche llamó a una amiga que, consumía drogas y le ofreció hachís.

Él estaba ilusionado porque pensaba que se iba a sentir más guay como otros chicos. Esa noche, cuando le hizo el efecto el hachís, olvidó por completo a la familia y todo lo demás; sólo pensaba en beber alcohol, sus pensamientos no eran muy buenos. Al día siguiente, se encontró enfermo en el hospital, en coma. Sus padres estaban llenos de tristeza porque no reaccionaba, no despertaba…

Al cabo de unas horas comenzó a reaccionar y la madre dibujó una sonrisa al ver a su hijo abrir los ojos, y él también se puso lleno de alegría.

Cuando se fueron a casa, él aprendió la lección y supo lo que tenía que hacer, que era estudiar y comportarse bien. Y vivieron felices y comieron perdices.




Del bien al mal

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Relato de Mari Paz Quintana, alumna de la Residencia Huelva.Residencia Escolar Andalucía (Málaga).

Yo tenía una amiga que era muy alegre. Una noche salimos con mucha ilusión de fiesta, era la primera vez que su familia la dejaba quedarse hasta tan tarde.

Era una noche increíble, nos lo estábamos pasando muy bien, hasta que ella conoció a un chico, la invitó a una copa, él se hizo un porro, y ella, que no sabía qué era eso, le pidió una calada.

Al mezclar los efectos del alcohol con el hachís, le hizo no pensar en nada ni nadie, y se fue con el chico. El chico le contagió la enfermedad del SIDA.

Mi amiga no lo supo hasta tiempo después. Cuando lo supo, su vida se convirtió en un infierno y se sumió en una profunda tristeza, e hizo que todos los que la rodeaban se sintieran culpables de lo que pasó aquella noche. Y a mí me afectó muchísimo.

Un mal paso

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Relato de Erika Jiménez Rodríguez, alumna de la Residencia Huelva. Residencia Escolar Andalucía (Málaga).

Alejandra, una niña que era una bomba de alegría, con un pensamiento y una ilusión por la vida y por llegar a ser veterinaria, su ilusión desde que era pequeña.

Un buen día, quedó con su mejor amiga para salir y pasar una buena noche de sábado e ir a una discoteca y allí encontrarse con otros amigos. Se lo estaba pasando muy bien, hasta que pasadas ya las tres de la mañana, cuando su madre solo la había dejado hasta las una, un “buen amigo” la invitó a que consumiera hachís, ella, tras negarse varias veces, aceptó, y ese fue su mayor error.

Mientras tanto, su familia ya estaba preocupada y andaban buscándola por los sitios que Alejandra solía frecuentar, pero en el lugar donde estaba, no era uno de ellos.

Pasadas ya las cinco de la madrugada, la chica llegó a casa, y sus padres le pidieron explicaciones. Ella les dijo que se le olvidó que tenía que volver a la hora que le habían dicho. Sus padres la notaron muy rara, y le preguntaron si había probado el alcohol, y ella lo negó totalmente.

Alejandra estuvo castigada un tiempo, pero en ese tiempo siguió consumiendo a escondidas, ya que su amigo le pasaba en el instituto.

Fue así como Alejandra olvidó que tenía un sueño y cayó en una enfermedad y una adicción que le hizo perder la sonrisa y la invadió la tristeza.